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La mayoría de niños con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad o TDAH manifiestan una conducta incongruente: son inteligentes y astutos, pero su rendimiento en el aula es deficiente, muestran desinterés, no permanecen en una posición física de escucha e, incluso, desarrollan actitudes poco disciplinadas y desafiantes. 

En la siguiente entrevista, Mireia Garibaldi, psicóloga y psicopedagoga colaboradora del Instituto de Asistencia Psicológica y Psiquiatrica Mensalus, nos presenta un interesante video sobre la problemática que rodea a los niños con TDAH en las aulas. Un emotivo proyecto que, esperamos, abra una reflexión sobre las herramientas psicopedagógicas necesarias.

Antes de leer el artículo, puedes ver el vídeo a continuación:

¿Cómo es la relación entre el TDAH y la gestión emocional?

Los niños con TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) presentan importantes dificultades para autorregular y manejar sus emociones. Algo que de entrada no es fácil para la mayoría, resulta especialmente costoso para ellos. Para ser más exactos, una de las tareas complicadas es la capacidad de interiorizar y reservar las emociones. Por este motivo, los niños con TDAH, en ocasiones, expresan sus sentimientos de forma intensa y descontrolada.¿Qué es lo que terminan viendo los demás? Una conducta inmadura («siempre está haciendo el payaso»), inapropiada, cambiante e incluso pesada (la exteriorización de la emoción dura más que en el resto de iguales). Al adulto le cuesta comprender que esa conducta viene, entre otros factores, por la dificultad en la gestión emocional, por lo que el desenlace común en el aula es el castigo reiterativo: sanciones que etiquetan al pequeño y le sitúan en un marco altamente defensivo.

¿Cuál es la emoción más común entre los niños con TDAH?

Cuando los esfuerzos son en vano, el resultado es un mar de frustración. Con ello, el autoconcepto puede verse gravemente afectado. El video que hoy presentamos justamente reivindica la importancia de «no señalar» al niño con TDAH. En su proceso de desarrollo y maduración, es crucial evitar acciones que le hagan sentir constantemente juzgado. Si todos los dedos le señalan a diario, posiblemente crezca desde una base ansiosa e insegura, y acabe formando un autoconcepto muy deteriorado que derive en una baja autoestima.

Nos hablabas de un marco defensivo en el que se encierra el niño…

Cierto. Un marco defensivo fruto del miedo a volver a ser herido. Es común que el niño desafíe a la figura de autoridad y se manifieste de forma irreverente. Tal y como decíamos, cuando esto sucede, el castigo es la herramienta protagonista («sal de clase», «hoy te quedas sin patio») y nuevamente el niño es discriminado y catalogado como «el malo». ¿La consecuencia? La frustración llega a niveles insospechados y su gestión se convierte en «misión imposible».

¿Qué puede suceder entonces?

Antes de asumir un nuevo fracaso, una de las estrategias más utilizadas es la mentira (por ejemplo, mentir para justificar que no ha traído los deberes hechos). Así mismo, es común que el desenlace de la dificultosa autogestión emocional sea una conducta repleta de ira e irritabilidad visible físicamente (patadas, saltos, muecas, etc.) y verbalmente (malas respuestas ante las directrices del profesor).El niño con TDAH es muy dependiente del ambiente. La autorregulación de sus emociones y de su comportamiento responde más a los estímulos que recibe que a sus propios pensamientos (algo que, de entrada, ya es común en los infantes). Sea como sea, la dificultad por hacer un trabajo de introspección y atender a los propios pensamientos le aleja de herramientas como el análisis de sucesos, la reflexión y la fijación de metas. Por este motivo, es esencial ayudar al pequeño.

¿Cómo podemos ayudar al niño con TDAH?

Por medio del uso de estrategias más atractivas y visuales que promuevan la expresión emocional y colaboren en dicha interiorización. Cuando el niño logra entender qué le sucede, es entonces cuando labra un primer paso para la autorregulación emocional. Capacitar al niño en este sentido es primordial dado que, de lo contrario, puede entrar en un espiral de tristeza y negatividad que le aleje, no solo de los objetivos académicos, también del contexto de amigos y compañeros. 

Por otro lado, los niños con TDAH presentan una importante dificultad para motivarse. Tienen graves problemas en el momento de comenzar las labores prescritas y sostener la actividad hasta su finalización. A dicha dificultad le acompaña una elevada necesidad de ser gratificado a corto plazo (principalmente tras tareas que no resultan especialmente atractivas y que no generan una recompensa al instante). Retornar al pequeño un reconocimiento facilita que siga conectado con el contexto (por ejemplo, un juego, una actividad deportiva, un ejercicio de matemáticas, etc.)

Desde la Psicopedagogía asesoramos a padres y profesores para establecer un sistema de reconocimiento por medio de mensajes positivos. La carencia de motivación interna es la principal propulsora de la falta de objetivos y de la autodisciplina para conseguirlos.

Dicho esto, ¿con qué mensaje podríamos quedarnos hoy?

Tal y como muestra el video, es importante que los niños con TDAH perciban la aprobación social del entorno cercano por medio de mensajes gratificantes, palabras que les aproximen al resto y no les tachen de desinteresados u otras etiquetas despectivas que mermen su sentido de capacidad. Ellos dependen emocionalmente del reconocimiento positivo y, por supuesto, necesitan que los adultos les facilitemos el trabajo.

Comprender al niño con TDAH es el camino para que él también pueda hacerlo.

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