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Para el primer día de este nuevo año 2019 os proponemos un artículo que está relacionado con otro que escribimos antes de las fechas navideñas sobre el tema regalos en navidad, pero que creemos que conviene recordar.

La costumbre de hacer regalos a los más pequeños de la casa se ha convertido tanto en una tradición como, a veces, en una forma de presión social hacia el consumismo. Aquí nos centraremos en cómo la llamada regla de los 4 regalos nos ayuda a afrontar este fenómeno.

¿El consumismo equivale a felicidad?

Es innegable que vivimos en una época donde el consumismo juega un papel central en el sistema de organización de la sociedad actual. Una época en la que los distintos medios de comunicación nos avasallan con su publicidad y con mensajes que nos inducen a pensar que el hecho de poseer cada vez más productos, aunque sean innecesarios, va a contribuir al bienestar propio.

Nada más lejos de la realidad. Las investigaciones que los expertos en el estudio de la felicidad como Martin Seligman han realizado hasta ahora indican que son tres los factores principales que contribuyen a un sentimiento general de felicidad y satisfacción personal:

Por un lado está el disfrute vinculado a las experiencias vividas con las personas de nuestro entorno que provoca un aumento de las emociones más agradables como la alegría, la calma, la ilusión (por ejemplo viajar, escuchar música, hacer deporte, etc.).

Por el otro, el placer derivado de realizar aquellas actividades que resultan particularmente satisfactorias y que hacen disminuir el nivel de ansiedad (como puede ser tomar clases de baile, pintar, escribir, etc.).

Finalmente, encontramos las sensaciones positivas derivadas de poner en práctica aquellos valores personales que favorecen la consecución de metas sociales a un nivel macro, como por ejemplo la generosidad, la honestidad, la integridad, etc.

Puede verse, de este modo, que los valores defendidos por el capitalismo no parecen tener mucha relación con estos tres aspectos mencionados. El capitalismo se encuentra posicionado más bien en fomentar actitudes como la competitividad, la individualidad o la primacía de lo material; de forma que se crea una espiral adictiva hacia estos últimos fenómenos, los cuales son diametralmente opuestos a lo expuesto por Seligman.

Los obsequios navideños: la regla de los 4 regalos

Todo lo anterior parece tener una relevancia especial en estas fechas que estamos pasando, puesto que esta celebración se halla muy vinculada a las compras y los regalos. Por este motivo y, con la finalidad de rescatar un espíritu menos consumista, más solidario, sostenible y generoso muy diversos expertos en psicología infantil recuerdan año tras año lo interesante y pedagógico que puede resultar aplicar la denominada «regla de los 4 regalos» en los presentes que los adultos otorgan a los más pequeños de casa.

Esta práctica permite, por una parte, reducir considerablemente el volumen de regalos que los niños reciben, con lo cual resulta un buen ejercicio para aprender a valorar más conscientemente el esfuerzo implicado tanto a la hora de realizarlo como a la hora de merecerlo. Por otra parte, la regla de los cuatro regalos implica reformular qué tipo de obsequios van a seleccionarse, dándole un significado pedagógico a cada uno de ellos. Así, no se trata de acceder a los cuatro presentes solicitados (o impuestos) por el niño, sino que estos deben ajustarse a las siguientes premisas:

1. Lo práctico

Algo que pueda llevar y que le sea útil, como una prenda de ropa o un complemento.

2. Lo necesario

Algo que realmente necesite, como por ejemplo un objeto que utilice para su desempeño escolar o extraescolar.

3. Lo que se quiere

Algo que desee, siempre cuando sea adecuado para la edad del menor. En este caso, es recomendable pedir al niño que realice dos o tres propuestas y el adulto escoja de entre ellas la que más se ajuste a las circunstancias familiares. Un apunte importante puede ser considerar el comportamiento y el esfuerzo (y no exclusivamente las calificaciones académicas finales) del hijo tanto en el ámbito escolar como en el ámbito familiar y social.

4. Lo que educa

Libros y/o bien experiencias educativas y compartidas en familia, como por ejemplo una excursión cultural, una visita a un museo, etc. En cuanto a los libros, parece positivo que sean ellos quiénes tengan prioridad para decidir qué título seleccionar, de tal manera que se vea aumentada la receptividad del niño ante este tipo de regalo.

 

 

El síndrome del niño hiperregalado

Siguiendo los principios anteriores, se promueve combatir el denominado «síndrome del niño hiperregalado», el cual se define por un conjunto de actitudes y consecuencias emocionales perjudiciales que pueden desarrollarse en los niños que reciben un exceso de regalos.

Al verse disminuida la ilusión y el valor otorgado al regalo, se favorece que aparezcan comportamientos caprichosos y egoístas; se promueve la sobreestimulación ante tantos regalos a los que no puede atender (lo cual provoca que acabe por utilizar un porcentaje muy pequeño del total de presentes) además de las implicaciones negativas a medio y largo plazo que conlleva la sobreestimulación en el menor, interfiriendo en la capacidad atencional y de concentración; finalmente, se incrementa la baja habilidad para tolerar la frustración, puesto que se le niega la posibilidad al pequeño de realizar un trabajo emocional que le permita aceptar asumir de forma adaptativa que en ocasiones, los deseos o las expectativas pueden llegar a no cumplirse.

Como hemos visto, parece fundamental realizar un proceso de reflexión y concienciación en esta época del año en que se fomentan socialmente algunas prácticas que pueden tener un perjuicio en los valores éticos y educativos que los adultos trasmiten a su descendencia. En este sentido, la regla de los cuatro regalos cuenta con significativo número de beneficios psicológicos y pedagógicos en su aplicación, tanto para los mayores como para los más pequeños.

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