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Cuando empezamos una relación tendemos a sentirnos completamente conectados con nuestra pareja. Quizá todavía nos sorprendan pensamientos o actitudes suyas, pero la sensación general es de conexión permanente y sólida.

Desde ahí es muy sencillo afrontar las vacaciones. Pasar todo el tiempo juntos, sin la interrupción de nuestras obligaciones cotidianas, está en perfecta sintonía con nuestros deseos.

Las vacaciones: un reto para el bienestar de la pareja

Sin embargo, cuando una pareja está en crisis las vacaciones no siempre son esos días esperados. Da la sensación de que, al encontrarnos juntos y con menos obligaciones, esa sensación de desconexión se hace más potente, más difícil de ignorar.

Durante nuestro día a día podemos achacar nuestra falta de conexión a mil factores: que no tenemos tiempo, que el trabajo nos absorbe mucho, que los niños requieren muchísima atención, el gimnasio, la comida de los domingos con la familia, la compra, la limpieza…

Es cierto que, generalmente, estos factores u otros parecidos están en todas las parejas y minimizan su capacidad de prestarse atención día a día, pero lo que no es tan cierto es que sean lo que mantiene la distancia entre ellos.

Gestionando el tiempo en común

Normalmente propician el empezar a sentirnos desconectados del otro, pero si los apartamos, esta sensación de desconexión no desaparece. Por eso, cuando en vacaciones no están presentes y la sensación con la pareja sigue siendo la misma, saltan todas las alarmas.

Cuando nos vamos de fin de semana romántico y ni aún así parece que podemos sentirnos cercanos, nos preocupamos, pensamos que quizá nuestra relación ya nunca volverá a ser como antes. Descubrimos que nos hemos instalado en esa distancia entre nosotros en la que nos sentimos más seguros, aunque no más cómodos, y que, aunque los motivos desaparezcan, la distancia se mantiene.

Generalmente existe un deseo en nosotros de que las cosas vuelvan a ser como antes, y no quiere decir borrar nuestras obligaciones o a nuestros “hijos” de la ecuación, pero sí poder volver a sentirnos en pareja como antes de que llegasen, y, si no a diario, por lo menos sí ese fin de semana solos.

Hay muchas parejas que después de hacer ese intento y ver que no funciona, o incluso después de dejar de intentarlo y empezar a veranear solo con la familia extensa para no tener que enfrentarse a esta realidad de desconexión acuden a terapia, con la esperanza de que, tal vez con ayuda, las cosas puedan ser un poco menos malas… porque pocas sueñan con imaginar que puedan ser igual de buenas o incluso mejores que al principio.

Y se puede. Es cierto que no siempre, pero en muchos casos se puede.

¿Cómo nos puede ayudar la terapia de pareja?

La Terapia Focalizada en las Emociones (TFE) es un modelo de terapia que nos permite ahondar en los motivos de esa sensación de desconexión.

No es una terapia en la que vayamos a entrar a discutir sobre cómo discutimos de nuestros temas de conflicto. Sinceramente entiendo que las parejas que acuden a Brain Psicólogos generalmente son personas capaces de tener intercambios de opiniones más o menos satisfactorios en casi todas sus relaciones (familia, trabajo, amigos,…) y que tienen la sensación de que se “atascan” en sus discusiones de pareja. Esto es porque no tienen que ver con sus habilidades a la hora de hacer y recibir críticas, ni con sus buenas o malas técnicas en la toma de decisiones,… si no que da la sensación de que en las discusiones de pareja se ponen en juego unas emociones que les atrapan y que les llevan a reaccionar de un modo muy determinado.

La sensación de desconexión no aparece simplemente por tener opiniones distintas que nuestra pareja, ni siquiera porque estas opiniones nos lleven a una discusión más o menos acalorada, sino que aparece cuando sentimos que esta discusión está haciendo peligrar nuestro vínculo con nuestra pareja, que está tocando temas fundamentales: cómo yo me veo; cómo me ve el otro; cómo le veo yo en la relación…

Es cuando sienten nuestro vínculo sobre la cuerda floja, cuando la discusión se torna especialmente dolorosa, porque los dos, cada uno a su manera, hacen todo lo posible por que el vínculo no se rompa, y generalmente, lo hacen de formas distintas y casi contrarias, haciendo aumentar la inseguridad del otro, y en consecuencia, la propia.

¿Cómo ayudar a las parejas a no sentir inseguridad?

Según la Doctora Sue Johnson, creadora del Modelo de Terapia de Pareja Focalizada en las Emociones, hay solo tres factores esenciales que hacen que sintamos que nuestro vínculo de pareja es seguro. Necesitamos saber si nuestra pareja estará disponible, receptiva, e involucrada emocionalmente con nosotros.

  • Disponibilidad: ¿Estás ahí para mí? ¿Puedo llegar a ti? ¿Estarás presente?
  • Receptividad: ¿Te importo? ¿Me quieres? ¿Soy importante para ti? ¿Puedo confiar en que me respondas cuando te necesito?
  • Involucramiento: ¿Te comprometes a involucrarte emocionalmente y me prestarás atención?

El Modelo de TFE nos da a los terapeutas un mapa claro del camino a recorrer para llegar de esta sensación de desconexión, en la que es difícil hablar de cualquier tema o incluso irse de vacaciones juntos, a la de un vínculo seguro en el que todas estas preguntas se contestan con un SÍ, y podemos sentirnos como si estuviésemos de “vacaciones” en nuestro día a día.

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